domingo, 18 de marzo de 2012

HISTORIA DE LA KATANA JAPONESA



La aparición de la espada con el característico estilo japonés surgió por mor de dos circunstancias
determinantes: en primer lugar, la espada cobraba cada vez mayor importancia como arma de guerra frente
a las armaduras de los adversarios; en segundo lugar, se produce un traslado de la capital imperial desde
Nara a Heian-Kyo (actual Kyoto) en el año 794 d.C. Esta última circunstancia dotó al Imperio de suficiente
estabilidad durante un siglo, suficiente como para que los maestros espaderos pudieran desarrollar su
técnica y proporcionaran las primeras espadas genuinamente japonesas.-
Según la leyenda, el espadero Amakuni, contemporáneo del Emperador Mommu, inventó la katana o
espada sencilla a partir de la división en dos de la antigua ken. La efectividad de estas primeras katanas fue
decisiva para dotar de armamento de calidad a los diferentes clanes existentes. No debe por ello resultarnos
extraño que en los siguientes siglos se sucedieran encarnizadas guerras entre la aristocracia militar y las
familias de ascendencia imperial.-
Es a partir de la Era Kamakura (a mediados del siglo XII d. C) cuando se puede hablar de la katana
propiamente dicha y cuando el arte de la fabricación de espadas cobra mayor importancia para la clase
militar o buke (3). Cobró ésta tanta importancia que el Emperador Gotoba (1184-98 d.C.) forjaba sus propias
espadas. Precisamente se atribuye a este emperador el haber dado gran ímpetu a la forja de espadas
reuniendo en Kyoto a doce herreros de las distintas provincias elegidos por su excepcional habilidad, donde
cada uno trabajaba para el emperador durante un mes al año. Había otros espaderos de reserva en caso de
que alguno no pudiera cumplir con su deber en la corte y otro grupo de veinticuatro herreros que también
estaban a su servicio cada dos meses. Este ingenioso sistema se completaba con un tercer grupo de seis
herreros de la provincia de Oki que también hacían espadas para el emperador.-
Los siglos XII y XIII (aproximadamente hasta el 1400) se consideran como las grandes épocas de los
herreros japoneses. Durante estas centurias destacan una serie de familias cuya notoriedad resulta más
que destacable: los herreros de la provincia de Bizen (Kanehira, Sukehira y Takahira), los de Kyoto (Yoshiie,
Arikuni, Kanegana) y, como no, los denominados “tres fabricantes maestros”: Masamune, Yoshimitsu y
Yoshihiro.-
La evolución de la katana, consolidada como modelo normal de espada japonesa, se produce a través del
perfeccionamiento de las técnicas de forjado y templado de la hoja, lo que conlleva una alta especialización
de los herreros y la producción de extraordinarias hojas. La excepcionalidad de las hojas que atesoran estos
espaderos ha hecho que incluso entre los especialistas se produzca la división de las espadas entre Etapa
Koto (espadas antiguas, aquellas que se comprenden entre el año 700 y 1596, fecha en que finaliza el
período Momoyama) y Etapa Shinto (espadas nuevas, fabricadas entre 1596 y 1780).-
A partir del siglo s. XIV se desarrollan sin solución de continuidad una serie de guerras que romperán esta
época de esplendor. A las dos invasiones de los mongoles deben unirse la guerra de Genko, la sangrienta
guerra civil del Período Nambochuko (4), las guerras de Onin y el período Sengoku Jidai (5). El permanente
clima de guerra civil incidió en un progresivo deterioro de la técnica herrera, puesto que los dirigentes
militares exigían un mayor número de unidades en detrimento de su calidad. Aparecen entonces espadas
largas de gran tamaño (uchi-gatana) y en la que se por primera vez se utilizan materiales ajenos al acero de
alta calidad (combinaciones de hierro y acero, por ejemplo).
Por si esto no fuera suficiente, la sede imperial se trasladó de Kyoto a Kamakura, con lo que se desperdigó
la rica tradición espadera reunida algunos siglos antes. Así, durante esta época lo habitual era la producción
de numerosas espadas cortas, dagas y estiletes (especialmente kodachi y tanto) cuyo fin primordial es
imitar a las espadas largas y dotar al propietario de armas auxiliares de defensa personal. Igualmente, se
produce una variación en la longitud de las espadas que da lugar a una tipología amplia de las armas
blancas pero alejadas de los estándares tradicionales. Este último aspecto no sólo afecta a la pérdida de
calidad de las espadas largas, sino que también amplía el catálogo de armas blancas hasta configurarlo tal
y como lo conocemos en la actualidad.
La batalla de Sekigahara supone la instauración del Shogunado Tokugawa (1600-1867). Se trata de un
período más tranquilo militarmente hablando pero con relativas tensiones internas (limitación del poder de
los clanes militares, difusión de las armas de fuego, expulsión de los ciudadanos extranjeros, períodos
prolongados de hambruna) que no propician sino la degradación militar del arte espadero. Los especialistas
hablan por ello de la Etapa de las Espadas novísimas (Shinshinto) que se extiende entre los años 1781 y
1886. Se trata de unidades que, sin aportar novedades significativas con respecto a la etapa Shinto, se
caracterizan por un extravagante sistema de templado en el diseño de la hoja. El efecto final que se
pretende es la obtención de una hoja más brillante pero de inferior calidad. Queda patente entonces que el
destino de las grandes hojas no es ya el campo de batalla, sino formar parte de los uniformes de gala y los
expositores de los primeros coleccionistas.

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